lundi 1 novembre 2010

Cap 29. Hemos llegado



- Hay una leyenda respecto a esa casa - dijo Kevin

- Ah ¿sí?

- Sí. Según lo que hemos oido la casa está poseída.

- ¿Por quién? - pregunté yo

- Por su tatarabuela.

- Pues yo ya fui una vez a su casa y no aparenta nada antigua - dijo Alicia

- Ya, porque cada cierto tiempo la renovan - explicó Anne

- ¿Y qué dice la leyenda?

- Al parecer hace siglo y medio la tatarabuela de Mell se quedó embarazada por primera vez, pero el bebé no era de su marido, sino de un amor del que fue apartada tras el matrimonio concertado que sus padres le habían preparado - dijo Kevin

- Nadie sabía que estaba embarazada excepto su sirvienta que era también su única amiga y su ex-amante - añadió mi hermana

- Años después, la mujer no podía evitar el recordar su amor cada vez que veía a su hijo. Como ya sabéis en esa época no existía el divorcio así que la tatarabuela tenía pensado fugarse con su antiguo y único amor con quien había quedado: "Volveré a por ti". La pobre mujer no podía borrar esas palabras de su mente.

- ¿Y qué pasó?

- Pues ella estuvo esperando durante años y años en esa casa por la esperanza de que un día viera a un hombre y que lo reconociera como su amor personificado y el padre de su hijo. Sin embargo nunca llegó a aparecer - dijo mi hermana - Y ahora su alma sigue esperando.

- ¡Qué triste! - reaccionó Alicia

- Es verdad, qué pena que sólo fuera una leyenda más inventada por un grupo de aburridos - dije yo

- Ya hemos llegado chicas - dijo Anne

- Quien sabes Hill... - dijo Kevin

- ¡Adiós! - dije mientras bajaba del coche

- Gracias por habernos traído - le dijo Alicia a Anne

- ¡Que os divirtáis!


Cerramos la puerta del coche y nos dirigimos al portal de la inmensa mansión. Sonó el timbre y poco después Mell nos abrió la puerta con un globo en la mano.


- ¡Hola chicas! Que bien que hayáis venido, ¡estoy hecha un lío!

- No te preocupes ya estamos aquí para ayudarte - le reconfortó Alicia

- Noa también ha venido a ayudar. Está dentro.

- ¡Ay! ¡Qué bien! Cuantas más manos, mejor - dije yo.

- Anda, entrad.


La entrada era espectacular. Antes de llegar a la segunda puerta de la casa teníamos que recorrer un fantástico jardín que Mell había decorado con lazos, globos, flores, ...


- ¿Lo has hecho tú sola? - le pregunté

- No, claro que no. Soy buena pero no tanto. Me ayudó la sirvienta.

- ¿Tenéis una sirvienta?

- ¿Quién te creías que nos ayudaba a mantener esta casa?

- Cierto - le sonreímos


Al entrar nos encontramos a Noa en mitad de un montón de globos. La saludamos y nos pusimos manos a la obra. Teníamos sólos 30 minutos para terminar los preparativos de la fiesta y cambiarnos de ropa.


- ¡Qué bonito te queda el vestido! - le dijimos todas a Mell. Era un vestido top de color azul marino.

- Gracias chicas, lo compré especialmente para la fiesta aunque me costó una fortuna.

- Pues yo te digo que sin remordimientos, te queda genial - dije yo

- Además es tu fiesta... ¡Debes descatar! - añadió Noa

- Gracias chicas.



Tras los comentarios nos maquillamos y peinamos. Yo llevaba un vestido marrón y unos racones dorados conjuntados con mi antifaz. Había usado un babyliss para hacerme unos rizos que me quedaron bastante bien con el antifaz.
Fuimos todas a la zona de la casa dnde se iba a celebrar la fiesta (principalmente el jardín) y nos repartimos las obligaciones. A mí me tocaba encargarme de que John (que era el Dj de la fiestita)se encargara de que nuestros invitados no se mueran del aburrimiento.
Poco después Eric, Hugo, Matt y John habían llegado a casa con todo el material necesario para la música.

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