mardi 25 mai 2010

Cap 21. ¡Que deje de sonar!



- ¿Qué es eso de la fiesta? - pregunté nada más al reunirnos con el grupo.

- ¿A que es buena idea? La tuve yo - dijo Alicia

- Deja de presumir - las demás nos pusimos a réir mientras que ella se hacía la ofendida - ¿Y?¿Dónde pensáis celebrarla? - añadí.

- Yo les propuse la casa de mis abuelos que está junto a la playa. Como no la usan mucho no creo que les moleste que la usemos - dijo Mell.

- Además queremos que sea una de ésas con antifaces - dijo Noa

- Me gusta la idea. Pero ¿y las invitaciones?¿y las bebidas?¿y la música?

- Calma Hill. Que mientras tú estabas charlando con Chloe nosotras lo pensamos más o menos todos - aclaró Kate

- ¿Estabas con Chloe? - se sorprendieron las demás.

- Es una larga historia. Luego os cuento.


El timbre nos interrumpió y volvimos a clase.


Las chicas empezaron a invitar gente ni más ni menos que en los cambios de clase y a todos parecía interesarles.


- Allí nos veremos entonces.

- Sí, hasta luego preciosas.

- ¡Chao! ¡¡Y no te olvides de tu careta!!

- Claro que no - se dio media vuelta y siguió con su camino.

- ¡¡Melissa!!¡¡Noa!!¡Acabais de invitar a James!

- Hmm, sí Hill. No olvides que es de la clase.

- Sí, pero ya sabéis... presencia de james sinónimo de presencia de John, Nate,
Mike, ...

- Eso quiero - me interrumpió Noa.

- Liam incluido - acabé mi frase.

- Si ya lo sabemos. Fuimos nosotras quienes se lo dijimos primero - añadió Noa.

- No pensabas que sólo íbamos invitar a los de la clase.. Ésta tiene que ser una fiesta de las grandes - dijo Melissa entusiasmada.

- Pero ya sabéis que ellos beben... y no hablo de fanta o cocacola..

- Ya, por eso le dijimos que trajera con él las bebidas que le apetezca o parezca necesarias - concluyó Noa.

- Pues vaya..


Esa misma tarde las chicas tenían planeado ir al centro comercial para comprar los regalos y de paso para conseguir algo de decorado para la casa de los abuelos de Mell, aunque ya se pensaba pasar parte de la fiesta en la playa.

Ya que era un viernes no tenía ejercicios que hacer ni muchos exámenes así que me dediqué a probar la comodidad del sofá mientras veía la tele.


- Trrr, Trrr, Trrr - me levanté de mi sitio casi sin ganas para descolgar el teléfono.

- ¿Diga?

- ¿Hill?

- Sí mamá

- ¿Estás en casa?

- Si he respondido se supone que sí - ¡ay, las madres!

- Ah pues vale, sólo quería asegurarme de que la casa no estaba vacía. Puede que tardemos más de lo previsto en casa de tu tía. Oye, si quieres vente. Que aquí están tus primos preguntando por ti.

- Mamá, ¿¿no pretendes que pase la tarde de un viernes con niños de 6 años y con unos adultos un poco... aburridos?? Sin ofender.

- Haz lo que quieras, pero cierra la puerta con llave que últimamente secuestran a muchas niñas.

- Niñas, no jóvenes de mi edad.

- Tú sólo haz lo que yo te diga.

- ¡¡Que sí!! Adiós.

- Adiós.


Colgué el teléfono con ganas y cuando apenas encontré mi antigua posición cómoda el teléfono volvió a sonar y esta vez si que respondí de mala leche.


- ¿Qué quieres mamá?

- Hmmm, creo que he llamado en un mal momento..

- ¿Eric?

- El mismo

- Ay, perdona, creía que era mi madre

- Ya... Ya me di cuenta

- Bueno, ¿a qué se debe el honor de que llames?

- ¿No es posible llamar a una buena amiga sin motivo alguno?

- Hmmm, conociéndote... no creo.

- Hahahahaha

- Ves

- Vale, vale, pero sólo necesito un pequeño favor, sin importancia...

- A ver, dime.

- ¿Podrías preguntarle a Alicia qué le gustaría que le dé como regalo?

- ¿Hablas en serio?

- ¡Sí!

- Un anillo, una pulsera, un collar, un perfumen, no sé tío. En eso deberías buscarte la vida. No soy yo su novio, sino tú, y se supone que debes comprarle algo que venga de ti, ¿no crees?

- Sabría que me dirías algo parecido, pero bueno, no perdía nada intentándolo.

- Sí sí.

- Bueno, gracias de todos modos.

- Para algo están los amigos.

- Adiós, cuídate.

- ¡Adiós Romeo!


Volví de nuevo a acomodarme en mi sitio, pero desgraciadamente el destino no quería que me relajé ese viernes. Así como digo, sonó, pero no el teléfono de casa, sino que ahora era el timbre de la puerta.


- ¡¿Quién es?! - abrí la puerta y me quedé medioparalizada.
- Hola Julieta...

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